Mostrando entradas con la etiqueta España. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta España. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de noviembre de 2016

Del piso de Espinar

Siempre es lamentable ver cómo sale a la luz una corruptela en España, pero más lamentable y ruin es ver cómo quienes se erigen en guardianes de la ética y la moral cometen las mismas mezquindades que sus adversarios políticos. A las VPO de Tania Sánchez y Pablo Iglesias, a la beca de Íñigo Errejón, a la condena en firme de Rita Maestre por asaltar una capilla, a los 420.000 euros de Juan Carlos Monedero, al empleado de Pablo Echenique que tenía sin cotizar a la Seguridad Social, a los sueldos en B en La Tuerka y al dinero crudo que se llevó la fundación CEPS por “trabajos de asesoría”, súmenle ahora el caso de la vivienda pública de Ramón Espinar, que compró y vendió una VPO en menos de un año con un margen de beneficio de 30.000 euros. Un suma y sigue continuo que parece no tener fin.

Según los hechos, Espinar compró una casa haciendo uso del 15% libre de una promoción de VPP en Alcobendas, pagando una entrada de 52.000 euros que supuestamente eran los ahorros de su padre, su madre y su abuela, y la vendió al cabo de unos meses, aun obteniendo una hipoteca de 92.000 euros del BBVA, sacando un beneficio de 30.000 euros que usó para pagar un máster y un ordenador (sic). Y sin embargo, surgen multitud de dudas: ¿cómo es posible que, sin residir en Alcobendas, la promotora le designase una VPP? ¿Cómo es posible que, sin declarar ingresos en 2010 y siendo estudiante, pudiese subrogarse a una hipoteca de 92.000 euros? ¿No resulta cuanto menos sospechoso que su padre, Ramón Espinar, y el entonces alcalde de Alcobendas, fuesen amigos y consejeros de Caja Madrid? Si el beneficio bruto fue 30.000 euros y Espinar habla de 20.000 euros, ¿dónde están los 10.000 restantes que vincula a “gestiones de operación"? ¿Cuál es el origen real de los 52.000 euros de entrada? ¿Desde cuándo un máster y un ordenador cuestan 20.000 euros?

Y el quid de la cuestión: si eres el azote de los corruptos y encima criticas a quienes especulan y hacen negocio con la vivienda, ¿por qué narices tienes la desfachatez de hacer lo mismo con una VPP pudiendo cederla a la promotora para que haga uso de ella otra familia necesitada? ¿Cómo puedes tener la caradura de erigirte en adalid de la regeneración cuando haces lo mismo que aquellos a los que criticas? ¿Y cómo pretendes, junto con la turba de podemitas que te rodean, intentar tapar el escándalo echando mierda contra los medios de comunicación, haciendo creer al personal que hay una conspiración judeomasónica contra vosotros?

La hipocresía y falta absoluta de ética de muchos miembros de Podemos empieza a rayar lo absurdo. Sin haber tocado apenas poder, va surgiendo la podredumbre de su pasado, la irresponsabilidad de una castuza que critica al Régimen con una mano mientras con la otra se aprovecha del mismo para sus propios intereses. Y para colmo, en vez de dar ejemplo, se tapan entre ellos usando las mismas técnicas que la vieja política: señalar al adversario y al periodismo como chivos expiatorios y soltar la mamarrachada de “la máquina del fango” para que su redil de ovejas balen a placer. No dejan de ser copias baratas de una vieja casta política que, para más inri, pretenden darnos lecciones de ética cuando son los primeros que deberían callarse. Y encima tienen la desfachatez de hablar de potenciales ladrones en el Parlamento. Mírate al espejo, Pablo, y lávate la boca con lejía, que tienes mucho que callar. Y eso sin haber tocado poder.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El extraño colegueo entre Partido Popular y Podemos

Parece mentira, pero sigue el colegueo entre el Partido Popular y Podemos. La banda de la cachiporra, liderada por el Macho Alfa que es Pablo Iglesias, aquella que iba a barrer a la Casta asaltando los cielos en beneficio de La Gente, ha suavizado su discurso en su camino por el desierto y ya no vocifera como antaño, cuando Pablo rapeaba sus discursos echando bilis por la boca mientras el coro de la manada entraba en trance y coreaban su habitual “sí se puede”, que debe ser el equivalente al rebaño de ovejas de Rebelión en la Granja cuando balaban aquello de “cuatro patas sí, dos patas no”. De hecho, Pablo se ha especializado en el susurro y en el comadreo con el clan de Mariano Rajoy, dejando entrever esa connivencia entre ambas formaciones como buena relación de simbiosis en beneficio propio y mutuo. 

Ese comadreo se dejó entrever en la sesión de investidura de Mariano Rajoy, cuando, entre sonrisas e hilos de voz suplicantes, Iglesias le decía que era “estupendo”, que tenía un “gran sentido del humor” y que era un “parlamentario con retranca”, a lo cual Rajoy replicaba con su habitual sorna que Iglesias también es “estupendo” y que “a veces me gustaría ser como usted” (sic). Todo eso apenas medio año después de que Iglesias, en su tono de gato arisco, pusiera a Pedro Sánchez a caer de un burro, gritándole su otrora habitual discurso de rapero antisistema, recordándole los tiempos del GAL y votando junto al PP en contra de la investidura de un Presidente socialista. El mismo que, con toda su cara de cemento armado, le pide a Sánchez un paso adelante para presentarse a otra investidura y hacer un “Gobierno del cambio.

Aquel día solo faltaron las carantoñas y los arrumacos ante la perpleja mirada del resto del Parlamento. Pero el comadreo no quedó solo ahí, sino que volvió a surgir este martes en la Comisión de Economía con la intervención de Luis de Guindos. En lugar de rapear su habitual ripio contra la “casta”, Pablo volvió a dedicar a De Guindos una tierna voz de súplica y colegueo, recordándole con retranca sus tiempos de oposiciones y provocándole la risa, sudoroso y complacido, después de que el Ministro se chuleara ante el resto de representantes del arco parlamentario y siguiera mintiendo por doquier sobre el nombramiento de José Manuel Soria como directivo del Banco Mundial.

Resulta extraño ver la tranquilidad que anida últimamente en Pablo Iglesias. No hace ni dos años pululaba por los platós de televisión enseñando los dientes como Isabel Pantoja en sus tiempos con Julián Muñoz y rapeando sus discursos de La Tuerka bajo la influencia de su puño izquierdo y del parné de Hugo Chávez. Y sin embargo, en su trigésimo cambio de estrategia política, prefiere coleguear con Mariano Rajoy y con Luis de Guindos para sonsacarles una sonrisita, como quien le hace carantoñas a un bebé para que expulse los gases, llamándolo “estupendo” y “parlamentario con retranca”. Cualquiera diría, viendo las ironías que se gastan Pablo y Mariano entre ellos y viendo cómo solo endurecen su lenguaje cuando se trata de mentar a Pedro Sánchez y a Albert Rivera, que están en su salsa y que prefieren coexistir en un mar de tranquilidad a costa de que Partido Socialista y Ciudadanos se diluyan en unas nuevas elecciones, polarizando el voto y creando un nuevo bipartidismo. Porque, si no es cierto, al menos dan esa sensación.

lunes, 12 de septiembre de 2016

La Diadanacht

Una Diada más, y van cuarenta. En la antepenúltima de la última Diada después del antes de la Independencia marcharon Puigdemont, Mas, Rufián, Junqueras, Llach, Colacau, Rahola y celebrities de las altas esferas catalanas, mezcladas después de tantos siglos de esnobismo con lo que la burguesía catalana antes tildaba de chusma charnegil, gente con mezcla de genes y apellidos poco nobles como Díaz, Fernández y García. “Meu estimat espós, ¿cómo vamos a construir una Catalunya fort mezclando nuestra estirpe con un casposo Díaz?”, preguntaba preocupada Montserrat Martorell, señora de noble cuna, a su marido, ávido lector de las necrológicas de La Vanguardia, en los fulgurosos años cuarenta. “Sí, Montse, dónde vamos a parar… ¡Anda, mira, le petó la patata a Carles!”. “Se lo tiene merecido, por charnego”.

De la celebración de la Supremacía de la Raza Catalana se hicieron destacar dos cosas, aparte la reunión de Puigdemont con un representante de un antepasado del Siglo de las Luces que más bien parecía el Capitán Garfio. La primera, la samba con el sambenito de un círculo de papel con ínfulas de sombrero que Puigdemont y compañía portaban orgullosos y nobles, al cual daban vuelta y vuelta mientras bailaban al ritmo de un cha-cha-chá seguramente de origen catalán. A Puigdemont se le veía cara preocupada, como si no supiera marcar el ritmo sin que se le cayera la peluca, y meneaba el papel adelante y atrás, hacia arriba y hacia abajo, vuelta y vuelta, como si el papel-sombrero fuese un cerdo adobado en una parrilla, como si en un momento pidiese dinero al Estat feixista espanyol y al siguiente lo ocultase, por poner un ejemplo, en el Banco de Andorra. Imagínense el posible caudal recaudado con tanta vuelta al papel-sombrero. Reconozco que tanto meneo al papelillo en cuestión obnubiló mi subconsciente y esta noche tuve pesadillas con Puigdemont.

La segunda situación a destacar fue, sin duda alguna, la declaración de Artur Mas, ex-Presidente de la Generalidad y terrateniente de los Pujol-Ferrusola, clan archiconocido por quitar dinero a la pérfida burguesía catalana y dársela a los pobres tiñosos y disentéricos. Artur afirmó categórico, con su habitual media sonrisa de raposo, que se encontraba muy a gustito con “esta gente de bien” porque, como ustedes saben, en Cataluña hay dos tipos de gente: la “gente de bien”, situada en un espectro político entre el independentismo tradicional de Esquerra y la CUP y la derecha neoindependentista y de rancio abolengo de Tresvergencia; y luego la “gente de mal”, los bellacos que todavía tienen la osadía de toser por la calle, dar lecciones de Democracia y decirle a la Raza Superior que sigan siendo españoles de segunda categoría. ¡Cómo se le ocurre tamaña desfachatez a la “gente de mal”! Con ellos a Treblinka, Mauthausen y Auschwitz en trenes de larga distancia –subvencionados por el Estado opresor, cómo no–, que no se les puede seguir permitiendo pisar suelo del Imperio Sacro-Catalán. ¡Hombre ya!

La marea independentista puede seguir presumiendo de ejemplar y democrática, pero por mucho que insistan en su habitual engañifa, algunos somos perros viejos y sabemos cómo acaban los movimientos nacionalistas, cómo se traducen en un aquelarre racista que divide a una sociedad según el criterio del gobernante de turno, que para más inri se salta la legalidad a la torera sin que nadie le tosa e intenta poner en jaque a un Estado de Derecho que parece anestesiado frente al envite fascistoide de Convergéncia. Y si tanto les molesta que les comparemos con la Alemania nazi, que al menos les digan a los cuperos que no emulen la Kristallnacht quemando retratos del Rey y banderas de España entre teas ardientes. Que entre quemar una bandera y dar una paliza a un simpatizante del Partido Popular o de Ciudadanos hay una línea muy delgada, y más después de cuarenta años de políticos nacionalistas como Artur Mas que han dividido la sociedad entre “gente de bien” y “gente de mal”, tal y como reconoció ayer.

martes, 6 de septiembre de 2016

Mariano, vete

Va siendo hora de que Mariano Rajoy dé un paso atrás. Que dé paso a una nueva generación de políticos capaces de enderezar el timón del Partido Popular sin estar rodeados por un halo de corrupción del que Mariano no sabe cómo desprenderse. Que los españoles no tenemos que estar sufriendo sus continuos envites, su manía por “perseverar”, como dijo ayer en la cumbre del G-20, su obcecación por seguir enquistando el panorama político nacional como si su continuo reto con Pedro Sánchez fuese un asunto personal. Tampoco es de recibo la perseverancia de Pedro Sánchez, dicho sea de paso, pero leñe, que ya van dos elecciones generales donde vale, que sí, Mariano, que ganaste las elecciones, pero no tienes una mayoría absoluta. Y tú, tan poco acostumbrado a negociar, después de cuatro años de rascarte el peritoneo sin hacer las reformas que España necesitaba, después de convertir al Partido Popular en un lodazal de corrupción, quitando de forma puntual algún jarrón chino moteado por hongos, no pareces entender la situación actual.

Detrás de Mariano está la historia de una década de Partido Popular inmersa en una realidad paralela, sin rumbo ni timón, sin otro proyecto político para España más que ir tirando hacia delante, ir sacando las castañas del fuego según el criterio suicida del BCE y sentarse a verlas venir. Sin afrontar la corruptela sistémica con reformas legales, sin defender la unidad de España con el Estado de Derecho en la mano frente a quienes quieren trocear la soberanía nacional, sin enfrentarse a la realidad de un Estado hipertrofiado que requiere una inmediata reforma estructural, comenzando por el sistema público de pensiones, continuamente achantado por el acomplejamiento del buenismo político y por la acritud personal de Rajoy al debate ideológico.

Algunos todavía tenemos muy presente en la memoria aquel contubernio de Valencia donde Mariano se proclamó prócer del Partido Popular y dijo que los conservadores se fueran al partido conservador y los liberales al partido liberal. Aquel día el PP quedó huérfano de ideología y emprendió un camino autócrata y personalista consistente en no contradecir al líder. Quienes lo hicieron, comenzando por María San Gil, fueron quedando por el camino. Y Mariano sigue ahí, una década después, como un gato que siempre cae de pie, convencido de que España le necesita, cuando España lo que necesita es la regeneración democrática que nos prometió hace cinco años y que no cumplió escudándose en el déficit público y en otras milongas. Y hoy, con los rupturistas de Podemos tocando a las puertas del poder, deseosos de trocear y arrancar la más preciada página de nuestra historia reciente que es la Transición, es la hora de coger el toro por los cuernos y afrontar la realidad. O emprender las reformas legales, fiscales, institucionales y administrativas para regenerar España respetando la Constitución, o vamos camino de la desintegración como Nación.

Eso Mariano no lo entiende. Nunca lo entendió. Nunca tuvo un proyecto de regeneración para España salvo el ir salvando los muebles a base de vender el ajuar. Y dada la situación, en su empeño por “perseverar” en sus errores, lo mejor es que Mariano se aparte una vez cumplida su función política, si es que alguna vez tuvo alguna. Que deje paso a otros liderazgos en el Partido Popular para una nueva etapa política basada en el entendimiento con otras fuerzas parlamentarias, empezando por Ciudadanos. Porque el problema radica en que ese entendimiento es imposible con quien un día suscribe un acuerdo de regeneración democrática y al día siguiente se cachondea del personal, nos toma por idiotas y nomina a José Manuel Soria como candidato al Banco Mundial escudándose en historias sobre el funcionariado. Así que, visto lo visto, Mariano, vete. Y llévate contigo a Pedro Sánchez.

jueves, 1 de septiembre de 2016

El no-no de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez sigue enroscado en su no-no y no atiende a razones. En la sesión de investidura, a Albert Rivera solo le faltó ataviarse de luces de neón y mandar un S.O.S. por telégrafo. “Pedro, que tenemos mayoría parlamentaria para controlar a un Gobierno del Partido Popular en minoría”. Pero Pedro Nono sigue empecinado en sus trece y no escucha. El prócer de la Democracia parece querer a toda costa llegar a la Presidencia del Gobierno en lugar de dejar que Mariano Rajoy se coma sus palabras de aumento del gasto público cuando llegue Bruselas a decir lo mismo que Pedro: “No es no”.

Pero Mariano, al igual que Pedro Sánchez, también es feliz en sus trece. Mariano es feliz recibiendo piropos y besitos de Pablo Iglesias, que ha recargado durante las vacaciones la pila del amor que lleva en su coleta sudada y pretende revestirse no ya de socialdemócrata, sino de hippie internacionalista con tufo a naftalina y a Woodstock, que es un paso más en su metamorfosis kafkiana que solo se creen los gilipollas que pululan por España sin dar un palo al agua. “Pero qué gustirrinín verte en la tribuna, Mariano”, dice Pablo. “Uy, uy, Pablo, que me pongo verraco”, replica Mariano. “Espera, espera, que te azoto hasta sangrar”, contesta Pablo, que como buen macho alfa es mucho de escribir sobre cómo azotar a mujeres en sus Telegram.

Hay que ver la complicidad entre Mariano y Pablo, que ni se sonrojan cuando desvelan la existencia de lo que muchos pensamos: esa pinza entre Partido Popular y Podemos que tiene secuestrada nuestra Democracia desde el 20-D, que pretende obligarnos a elegir un nuevo bipartidismo que permita a Rajoy gobernar ad infinitum con el lema “o yo o el caos podemita”, y que hace que el Partido Popular sea el único partido sin una renovación profunda desde el albur de los tiempos. Que ya ni siquiera te pedimos el gran sacrificio de unas primarias en el Partido Popular, Mariano, sino que designes ad interim a una mujer trabajadora, honesta y con dos bemoles como, pogamos por ejemplo, Ana Pastor, y que no la relegues a un puesto de jarrón chino como la Presidencia del Congreso.

Pero eso a Rajoy le da igual. Él escucha a Pablo Iglesias acusar a Núñez Feijoo de ser amigo de un narcotraficante -fue a hablar el que cobra del narcorégimen de Diosdado Cabello- y se conchaba con Pablo para lanzarse besitos desde la tribuna. Él oye lo de renovación y le da un intríngulis al intestino. Lleva trece años –¡trece años!– como cabeza del Partido Popular, perdiendo elecciones en sus inicios frente a un tío tan nefasto como Rodríguez Zapatero hasta que, un buen día, la gente le votó por hastío, por simple cansancio de tener un Gobierno repleto de mentirosos compulsivos, y porque salvo UPyD, no había otra gran alternativa. Y ahí sigue, cautiva y desmantelada una alternativa liberal –o al menos socioliberal– desde el contubernio de Valencia, con un gran sector de votantes del PP metiendo su papeleta en la urna mientras se pinzan la nariz. “No soporto a Rajoy, pero los otros son aún peores”, se oye una y otra vez por los pasillos de los colegios electorales. Qué políticos más considerados, que nos obligan a votar entre lo malo y lo peor.

Por eso, y por otras tantas razones, Pedro Nono debería hacer caso de las luces de neón que emana Albert Rivera desde la tribuna de oradores y dar su brazo a torcer. Porque tampoco es que la solución sea muy buena, desde luego no lo es, pero es mejor que seguir mareando la perdiz al personal con elecciones un 25-D. Y porque al menos habría un Gobierno en minoría que puede ser controlado a nivel parlamentario por PSOE y Ciudadanos, obligando a Mariano a dialogar, a él que le da tanta pereza el diálogo, a enfrentarse a la realidad de la necesidad que tiene España de regenerar su sistema parlamentario y sus administraciones públicas, y arrinconando al lumpen chavista durante cuatro años en los que seguirá desinflándose gracias a la pésima gestión de ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Cádiz. Gracias, Manuela. La cuestión, al final, está en si Rajoy muestra interés por arrinconar a Coleta Morada o por resucitarlo con un apasionado y romántico beso desde la tribuna de oradores.

jueves, 11 de agosto de 2016

La 'dolce vita' de Villa

Mientras decenas de mineros se jugaban la vida bajando a la mina, mientras los currantes se partían el lomo en un trabajo esclavizante, José Ángel Fernández Villa, diputado del PSOE y máximo exponente del sindicalismo español durante décadas, accedió a la máxima pensión falseando una invalidez. Y es que el 'Capone' asturiano no solo acaudaló una fortuna de 1'4 millones de euros, demasiado inflada para un 'currante', sino que falseó documentos para conseguir una jubilación de 2.500 euros mensuales. Todo ello con la complicidad de la empresa pública HUNOSA y con PSOE y UGT mirando a otra parte.

Sin embargo, lo más simpático del asunto es que la situación de Villa, el 'outlaw' de las Cuencas Mineras, era vox populi en la región. Lo denunció durante años Antón Saavedra, ex secretario de la Federación Estatal de Mineros, pero ni partidos políticos ni compañeros de sindicato le hicieron caso. Mientras tanto, Villa gozaba de su jubilación, además del sueldo de dos décadas como diputado socialista, y hacía repostería con el dinero de los Fondos Mineros, dejando Asturias sin minas y sin futuro laboral. Quien debía de haberse encargado de proteger al obrero fue quien le clavó el puñal por la espalda. Y encima sigue libre.

Del falso parte de baja para conseguir la jubilación, mejor ni hablar. Queda como ejemplo de antología de la falta de controles en una empresa pública, y más concretamente en HUNOSA, donde Villa hacia y deshacía a su antojo del mismo modo que tejió una profunda red clientelar en toda la región. Villa dijo que tuvo una recaída de un viejo accidente en el Pozo Candín, pero el nuevo marqués ni había sufrido tal 'viejo accidente' ni bajaba a la mina a partirse el lomo desde hacía 12 años. La realidad era que le había caído una caja de botellas de sidra en Rodiezmo, aquella fiesta de la minería que PSOE y UGT celebraban en León y que fue suspendida en los años de Rodríguez Zapatero más por vergüenza ajena que por otra cosa. El parte de baja se falseó y Fernández Villa se jubiló con 2.500 euros al mes.

De cara a la galería, Villa fue el redentor del obrero, el paisano que defendía a sus camaradas, el trabajador que miraba por el futuro de la minería. Pero en realidad, Villa fue un chulo de playa que se adueñó del SOMA y extendió sus tentáculos al poder político para someterlo a su control. Y mientras con una mano lanzaba soflamas sindicalistas a través de un megáfono, con la otra se convertía en el sindicalista más acaudalado de la historia, en un mangante de tomo y lomo, en una especie de Rockefeller de la minería que hizo imperar la ley del silencio en Asturias. Ahora todavía queda por saber quién permitió, con su silencio, que Villa arrasara Asturias. Y esa gente tiene todavía asientos en la Junta del Principado.

jueves, 28 de julio de 2016

Hipocresía nivel Echenique

Es irónico ver cómo los salvapatrias que iban a redimirnos del capitalismo neoliberal y de la derecha cáustica caen en las mismas artimañas de sus declarados enemigos. Resulta cuanto menos irónico, por no decir lamentable, ver cómo Pablo Echenique, paladín de Podemos desde su cómodo asiento en las Cortes de Aragón y a la par Secretario de Organización del partido morado, uno de los tantos que iban a salvarnos del apocalipsis marianesco, caiga en las mismas arenas movedizas que los jerarcas de puro y chistera.

Y es que la malvada prensa facciosa, que dirían nuestros correligionarios de Podemos, ha desvelado que Echenique mantuvo a un empleado del hogar sin contrato y sin cotizar a la Seguridad Social durante un año. Y mientras tanto, hace apenas dos meses, nos iba dando lecciones de magmánima humildad con jocosas frases y rotundas sentencias tales como que "es una vergüenza que tengamos a cuidadoras sin pagarles la Seguridad Social". Así, by the face. Porque él lo vale. 

Nuestro querido Echenique, el mismo que declaraba que "hay que estirpar las malas hierbas" cuando se refería a las pugnas internas dentro de su formación, como buen amante de la política de amor de Lavrenti Beria, reconoce que "no hizo las cosas bien"., pero no hizo nada por enmendarlo porque no tenía tiempo, no le apetecía o vayan ustedes a saber. Y no solo eso, sino que pone de excusa la "situación de la gente humilde que recurre a la economía sumergida", porque su sueldo de diputado por las Cortes de Aragón solo le da para masticar las suelas de los zapatos.

Entre tanto, y para variar, su habitual 'troupe' aplaude con las orejas. Para sus acérrimos seguidores la culpa es del sistema, de la Ley de Dependencia, del establishment, del Ibex-35 o de los masones. Cualquier excusa es válida para no reconocer la verdad que les estalla delante de sus narices: que uno de los suyos, uno de los mesías redentores, de esos chulainas que venían a salvarnos del desastre, como maná caído del cielo, cometía los mismos tropeles que cualquier otro político, como cualquier españolito de a pie. 

Con la salvedad de que el españolito de a pie al que el propio Echenique recurre a modo de excusa no percibe un goloso salario de diputado que infla su cartera como la de un buen progresista de salón de té. Ni tampoco se presenta como mágica solución a los problemas sociopolíticos de una sociedad harta de trapicheos y corruptelas que el propio Echenique usa para burlar los pagos a la Seguridad Social. Todo ello sumado al agravante de la desfachatez y la hipocresía de quien se proclama defensor de los derechos de los trabajadores y luego, cuan mamporrero de la nueva casta política -"meet the new boss, same as the old boss", dice Pete Townshend-, es el primero en tener a un trabajador en una situación irregular. Con un par. Y sin que se le inmute un solo pelo.

jueves, 21 de julio de 2016

Pueblo de bueyes


Se inaugura la Legislatura y queda abierta la veda para ver quién dice la mayor sandez en la sesión de investidura. La más gorda -la sandez, digo- se la lleva Carolina Bescansa, la pijilla millonaria renacida en hippie salvapatrias y perdonavidas, que durante la jura de la Constitución se pone a recitar a Miguel Hernández. Y no precisamente uno de sus mejores poemas. "¿Promete acatar la Constitución?", le preguntan, y ella responde: "Porque no soy un pueblo de bueyes", usando la tribuna como si fuera un concurso de poesía. Pero vamos a ver, so desgraciada, ¿qué te han hecho a ti los bueyes?

Y es que Podemos sigue convirtiendo el Congreso en un patio de colegio con sus trivialidades, como en la jura de la Constitución, un acto que debería ser solemne y que ellos, los eruditos, doctorados e inteligentes, pisotean y humillan como la camorra facciosa que son y convierten en una verbena de pueblo. "Juramos acatarla hasta cambiarla", dice alguno. ¿Hasta cambiarla por que, alma cándida? ¿Por una Constitución Bolivariana?

Pero lo más relevante sigue siendo esa coletilla que usa Pablo Iglesias, el doctor en Ciencias Políticas, al final de su jura: "Nunca más un país sin su gente". Y es que huelga recordaros que España, hasta la mesiánica llegada de Pablo, que bajó en bicicleta de los cielos envuelto en un aura, de un modo similar al espíritu de Chávez en forma de pájaro del Orinoco, era un erial baldío e inerte donde nosotros, los cerdos faciosos, nos revolcábamos inmersos en un fango de miseria. No éramos nadie hasta que lógicamente llegó nuestro Mesías con el dinero contante y sonante de CEPS y formó Podemos y nos perdonó la vida. De hecho, están estudiando si reescribir el Génesis y poner: "Al principio Pablo Iglesias creó el cielo y la tierra".
 
"Heme aquí, Pueblo", dijo Pablo un día, abriendo los brazos en cruz, y hete aquí que ahora lo tenemos hasta en la sopa, representando al Pueblo. A la Mayoría Social. A La Gente (trademark). "Ahora el Pueblo tiene 71 escaños". Los demás diputados representan a los urbanitas de la ciudad o a peligrosos entes voladores que van y vienen levitando sus penas por las aceras, siempre y cuando, eso sí, los representantes de La Gente nos concedan derecho de tránsito después de machacar una Constitución de consenso y reconciliación nacional. Debe ser lo que Juan Carlos Monedero llamaba el proceso constituyente, que no es si no el paso para transformar el orden constitucional actual de nuestro Estado de Derecho en una República de soviets y para renombrar el CNI de Soraya en un NKVD regentado por los matones de Distrito 14. Normal que no juren lealtad a la Constitución Española y monten esos circos de baja estofa.

martes, 10 de mayo de 2016

Todo tesoro tiene un precio


Después de tanto intríngulis, habemus coalición. O confluencia, vaya usted a saber. Pablo Iglesias y Alberto Garzón escenificaron ayer la unión con un abrazo en Sol. Detrás de Alberto, un cartel rezaba: "Todo tesoro tiene un precio". Enigmático, cuanto menos. El caso es que, a falta de que las 'bases' ratifiquen el acuerdo, Garzón e Iglesias parecen haber fumado la pipa de la paz. O quizás Garzón haya tomado un trankimazín para arrastrar mejor los malos recuerdos del pasado. El Pitufo Gruñón se ha convertido en Pitufo Camarada y ambos parecen dispuestos a dar el 'sorpasso' al PSOE -algo que, al menos nosotros, no tenemos muy claro que se vaya a producir- y a ganar al PP -cosa que ni de lejos ocurrirá porque Mariano ya tiene hecha la campaña electoral con la carraca del voto útil-.

De ahora en adelante, el casi millón de votos debería sumarse a los cinco millones que Podemos sacó en las elecciones del 20-D. Sin embargo, uno se pregunta qué tendrá más peso en la balanza de la coalición: si su capacidad de movilizar parte del voto abstencionista o la pérdida de votos de una vieja guardia en contra del acuerdo con el partido morado. Es decir, el poder de convocatoria de un partido bicéfalo -aunque con una cabeza, la de Iglesias, más prominente que la de Garzón- o quizás todo lo contrario, el enfado de quienes ven a Alberto aunando fuerzas con quien le insultaba hace apenas seis meses.

Porque, todo hay que decirlo, no son pocas las voces dentro de IU discrepantes con ver a su líder dejando de ser aspirante a Presidente del Gobierno para quedar en una lúgubre quinta posición dentro del partido de Iglesias. Todo hubiera sido más fácil si Iglesias se hubiera mordido la lengua antes de haber llamado a Garzón «izquierdista tristón» y de haberlo condimentado en una sabrosa «salsa de estrellas rojas», entre otras lindezas. Pero ya sabemos cómo se las gasta Pablo cuando sube a un atril y empieza a rapear como si estuviera en un concurso de hip-hop.

También es interesante ver cómo Podemos ha dado un giro de 180 grados en su estrategia sobre la famosa «transversalidad», ahora perdida al abrazar el ala comunista de IU. Pablo ya no puede machacar al personal con esa magna idea de ser el partido de «los de abajo» al quedar enclaustrado dentro del tradicional eje izquierda-derecha, y tampoco puede hacer uso de su lucha contra la «casta», al abrazar al tradicional partido-muleta del PSOE durante cuarenta años de tramolla democrática.

Los cambios son significativos y deberían dar que pensar a muchos. Diluir unas siglas con treinta años de historia en una alianza forjada en apenas una semana, con un partido de dos años de vida, sin un largo y sosegado debate, aprisa y corriendo, no va a sentar bien en algunas casas, digan lo que digan los referendos. Y menos aun cuando las cicatrices de aquellas puñaladas de Iglesias a Garzón aun no han supurado en la mente de algunos. 

Pero la política es así de extraña, y cuando de por medio está la posibilidad de alcanzar el poder, hace extraños compañeros de cama. En el caso de IU y Podemos, el cortejo entre ambos es natural porque son dos piezas del mismo puzzle. Pero quizás la presencia del mensaje que dice eso de "todo tesoro tiene un precio" detrás de Garzón, ayer en la Plaza del Sol, no sea casual. Que ya nos conocemos el show business de Pablo Iglesias.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Confluir o morir en el intento

En menos de cinco meses, la 'confluencia' pasa de estar rota a ponerse otra vez en marcha. Atrás quedan los tiempos en los que Pablo Iglesias llamaba de todo menos bonito a Alberto Garzón. Más atrás quedan los tiempos donde Iglesias, por entonces asesor de Izquierda Unida, pedía un puesto en las listas del partido a las elecciones europeas. Atrás queda su salida y el auge y apogeo de Podemos en un abrir y cerrar de ojos. Atrás, en el albur de los tiempos, quedan las declaraciones de amor y odio en sentido unidireccional, porque Garzón al menos no tiene esa mala baba que escupe el líder de la formación morada. Ya saben, que si Pitufo Gruñón, que si la izquierda ceniza, tristona y amargada, que si la bandera nosequé, que si los caucos nosecuánto, que si patatín y patatán. Por ahí anda esa loable carta de Iglesias a Izquierda Unida con menos de un año de vetustez.

Garzón parece haber olvidado los puñales y los piolets clavados en la espalda, y aun con la herida sin supurar, sigue intentando 'confluir', como si los partidos fueran ríos destinados a juntarse y acabar su vida en la mar, como quien intenta subirse a un coche en marcha y acaba rodando por el firme de la carretera. En ese percal está con su referéndum a las bases de IU, con la certeza de que sus urnas le darán la razón, porque cuándo la militancia no ha dado su respaldo a la Palabra del Líder. Nunca, que recordemos.

Pero ello no quita que incluso dentro de IU afilen cuchillos, porque una cosa es la política nacional y otra la regional. Entre las voces discordantes, Gaspar Llamazares carga contra Podemos. Y viceversa, desde luego. El primero critica que Podemos en Asturias hace pinza con el PP dificultando la gobernabilidad de la región. Y tiene razón. Y el segundo critica que Llamazares apuntale al PSOE en la segunda y única región donde los socialistas ganaron las elecciones autonómicas, a pesar de los casos de corrupción que salpican al gabinete de Javier Fernández. Y tampoco les sobra razón.

Como ejemplo no está nada mal, pero no es un caso aislado y se repite en la geografía española. No obstante, a pesar de esas voces discordantes, de esos avisos sobre extraños compañeros de cama que llevan a Partido Popular y a Podemos a 'confluir' extraños intereses en distintos ayuntamientos y comunidades, el órdago a Izquierda Unida sigue adelante. Comenzó cuando Iglesias salió de IU por la puerta de atrás y cuando, con el rencor aun caliente, se hizo autónomo y montó su propio negocio, ese que gracias a la proyección mediática -esa misma proyección que luego critica- sobrepasó al padre putativo.

Hoy, el órdago sigue en marcha a través de Garzón y su desmedido interés por hacerse el harakiri, justo cuando parte de la sociedad española ha visto que Podemos prefiere mantener a Rajoy en La Moncloa por no pactar con el Partido Socialista. Y justo ahora, cuando existe, según las encuestas, un trasvase de votos hacia su formación política, parece dispuesto a dinamitar los treinta años de historia de IU -más los restantes del PCE- para subirse al suflé morado, que hoy está arriba y mañana, quién sabe, puede estar abajo. ¿Será que Alberto ya no quiere cocerse en la salsa de estrellas rojas a la que le mandaba con desdén Pablo Iglesias? ¿Será que ya le ha perdonado todos los desplantes, incluyendo el veto de Podemos a que IU formara grupo parlamentario con Compromís? ¿Cree de verdad que el arrpentimiento de Iglesias es sincero y no una simple estrategia electoral para ultimar su 'vendetta'? Garzón parece pecar de buenismo en exceso, así que allá él, que en su pecado lleva la penitencia.

jueves, 7 de abril de 2016

El día de la marmota

La política española se ha convertido en un pandemónium digno del libro Guinness. Cien días después del 20-D, las posiciones de cada partido político han cambiado poco, salvando el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, que más bien parece una delgada cuerda de nailon a punto de resquebrajarse. Y es que la política española sigue enquistada en la trinchera defensiva, en una especie de línea Maginot de la que nadie quiere salir a otear el horizonte, a mirar por el futuro de la sociedad española dejando de lado el habitual revanchismo político. Parece que aun no han entendido una de las declaraciones principales de los españoles que fueron a las urnas el 20-D: la necesidad de llegar a acuerdos entre las distintas formaciones del arco parlamentario, sin enquistarse en el discurso de precampaña, una vez rota la mayoría absoluta del Partido Popular.

El problema surge cuando el político español, independientemente de su color, está en una campaña electoral permanente. Rajoy sigue en sus trece de dejar que PSOE, Podemos y Ciudadanos se den de cuchilladas en el vientre; Sánchez sigue en sus trece de aislar a un Partido Popular necesario en cualquier acuerdo por tener mayoría en el Senado; y Podemos y Ciudadanos siguen en la tesitura de marcar distancias asemejando un nuevo bipartidismo idéntico al bipartidismo que criticaban antes del 20-D. Los unos, a pesar de perder millones de votos, y marcando alegría y salero con la petaca en el ligero, quieren ser Presidentes; los otros, la voz del «pueblo» oprimido que sufría hambre, recortes y miserias, ya no tienen la urgencia de realizar reformas y se piden Vicepresidencias y organismos de control radiofónico y de Inteligencia, pasando olímpicamente de Educación y Sanidad.

Todos siguen en sus trece, en unas trincheras ideológicas desde las que los líderes políticos no son capaces de alcanzar unos acuerdos básicos para el futuro de nuestro país, en una permanente campaña electoral donde la rueda de prensa, el postureo, las apariciones en televisión y los tuits resultan más importantes que los pactos políticos. Cien días después, y salvando el pacto entre PSOE y Ciudadanos que también se enmarca en un claro postureo mediático, los mensajes de Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera siguen enquistados en el mismo punto de salida, mientras los españoles parecemos clones de Bill Murray encerrados en Punxsutawney en 'El día de la marmota'. 

La cuestión, al final, será saber cuánto tiempo más seguiremos inmersos en ese 'día de la marmota' con la parsimonia habitual del españolito de a pie, sin necesidad de rodear el Congreso de los Diputados y mandarlos a todos a freir espárragos de una vez. Porque si un político no es capaz de alcanzar unos acuerdos mínimos para la sostenibilidad de un país, lo mejor que puede hacer es irse a su casa y dejar de j*der la marrana. Algo sobre lo que deberían reflexionar los líderes de todos los partidos del arco parlamentario.

miércoles, 2 de marzo de 2016

El paralelismo entre Otegi e Iglesias


No sé si quedaba alguna duda sobre el acervo ideológico de Pablo Iglesias. Quizás algunos crean en el poder redentor de su silla giratoria, pasando del Europarlamento al Congreso, pero los que somos perros viejos no creemos en los milagros. Y menos en los milagros leninistas. Tras la salida de prisión de Arnaldo Otegi, Iglesias no ha hecho más que reiterar su verdadera forma de pensar: que es un hombre de paz, que ha hecho una gran labor por la paz en Euskadi, que era un crimen que estuviera en prisión, que es un preso político, que si patatín y patatán. Y permítanme la coletilla: sic, sic y más sic ad nauseam.

A sus acólitos, hooligans y berberechos, inmersos en ese estado de autismo permanente salvo cuando brava el Líder Supremo, da igual decirles so que arre porque no conocen el criterio de la divergencia de opiniones. Para ellos no hay sino solo la Versión Oficial del Miniver y todo lo demás, según la retórica podemista, es caca, pedo, culo, pis. Les importa poco que Otegi estuviera en prisión por hechos probados de colaboración con banda terrorista, cuando intentó reconstruir Batasuna por orden directa -repito, por orden directa- de los líderes de ETA. Tampoco les merece atención que Otegi hiciera apología del terrorismo en público durante décadas o que siga sin condenar o pedir perdón por su vinculación al brazo político-militar de ETA. Y menos aún que el Líder Supremo caiga en la continua contradicción de decir que Otegi es un preso político y a la vez digan que Leopoldo López está preso en Venezuela por exaltación de la violencia.

De hecho, a los hooligans todo esto les importa un rábano, porque para ellos solo existe la Verdad Suprema del Amado Líder, y todo cuanto contradiga sus tweets y sus discursos son Propaganda Fascistoide. Son varios millones de sordos -y algún que otro despistado- que seguirán fielmente al Líder, creyendo en el poder redentor de su palabra, de su discurso, de su programa, según el cual los corruptos irán a una prisión del medievo, la gente comerá maná llovido del cielo y podremos aumentar el gasto público en 100.000 millones de euros sin cumplir objetivos de déficit y disparando la deuda pública porque Draghi y Merkel se van a hacer íntimos amigos de Errejón y de Bescansa y fluirá el crédito del BCE. Algo tal que así.

Pero detrás del discurso facilón está la ideología que lo vincula políticamente con Otegi: el leninismo amable que mete con calzador en cada discurso, el verdadero yo desde su tierna adolescencia, esa ideología que, a modo de iceberg, oculta bajo el agua su certero planteamiento político, basado en la desestabilización del poder. Y no lo ocultan: tuiteaba Errejón que "nuestro paso es repetir a Lenin". Y en eso están en pleno debate de investidura: en boicotear la formación de cualquier Ejecutivo y repetir elecciones ad infinitum hasta llegar al poder. "O estáis conmigo o contra mí". A Pablo, Íñigo y compañía ni siquiera les va a hacer falta explicar a sus votantes por qué prefieren mantener a Mariano Rajoy en la Presidencia, dado que sus votantes-lazarillos seguirán sumisos y fieles a sus amos putativos.

Al final, entre Arnaldo Otegi y Pablo Iglesias hay pocas diferencias. Salvando la participación del primero en secuestros y extorsiones, que muchos parecen olvidar, el trasfondo ideológico de ambos, así como el odio a una España vertebrada como Democracia liberal y como Estado de Derecho a través de la Constitución de 1978, es el mismo, con un pequeño margen de discrepancias. Ambos persiguen, en su justa medida, un fin común, el uno en su taifa norteña y el segundo en lo que quede de la actual Nación una vez desgajada Euskadi y Cataluña, que no es sino una especie de Estado socialista con retratos de Vladimir Lenin y de Hugo Chávez donde antes estaban Juan Carlos I y Felipe VI, el uno agitando el puño al grito de 'askatuta' y el otro al ritmo de 'sí se puede'. Así que no sabemos muy bien por qué algunos se llevan las manos a la cabeza pensando que Iglesias diga tamaña barbaridad, si el problema no es que lo diga: el problema es que, en realidad, lo piensa.

martes, 16 de febrero de 2016

El programa-unicornio de Podemos


Qué tiempos aquéllos, cuando el 15-M pedía un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Qué tiempos aquéllos, cuando los manifestantes del 15-M, entre tiendas de campaña y carteles improvisados, pedían el control de una Vicepresidencia y del Centro Nacional de Inteligencia. Qué tiempos aquéllos cuando los acampados en Sol rogaban el control de RTVE. Qué tiempos aquéllos cuando, ahogados con un incremento de impuestos, los manifestantes del 15-M pedían un incremento mayor de impuestos.

Oigo las consignas en mi cabeza. No había carteles contra los recortes en Sanidad o Educación, solo contra el CNI y RTVE. La urgencia en España era que ambos organismos quedaran bajo el control de nuevos políticos. Evidentemente, los otros, la casta, no representaban a nadie. Bueno, los peperos a diez millones de personas y los socialistas a seis, pero eran dieciseis millones de neoliberales, y La Gente™ clamaba contra su infrarepresentación en el sistema.

¿De verdad no lo recuerdan? ¿Acaso creían que la urgencia en España eran los desahucios o la cola del paro? Si Pablo Iglesias pide una Vicepresidencia, el CNI y RTVE es evidente que no, que Sanidad y Educación jugaban un papel secundario, que solo eran un medio manipulable para conseguir un propósito, el poder. Que el punto clave es la plurinacionalidad y el referéndum en Cataluña, seguido, dicen, de un incremento de impuestos a los ricos, mientras los hunos aplauden con las orejas sin saber que existe la libre circulación de capitales y que la subida de impuestos recaerá, una vez idas esas fortunas, sobre el grueso de la población. Como siempre.

En un crecimiento exponencial y tridimensional de la sombra de Cristóbal Montoro, Pablo habla de gastar 96.000 millones de euros en cuatro años y que el gasto se mantenga en el 43,3% del PIB cuando el aumento de la riqueza rondaría los 100.000 millones de euros en la próxima legislatura. Habla de sobredimensionar una Administración hipertrofiada hasta el tuétano en vez de reducirla. Sigue con la matraca de justificar el incremento del gasto con una lucha contra el fraude que a su vez requiere más gasto, con el incremento fiscal a unas fortunas que tienen mayor capacidad para hacer las maletas y dar un corte de mangas al Querido Líder. En definitiva, sigue con sus unicornios, sus arcoiris y sus quimeras a solo quince días de un proceso de investidura donde se juega el futuro de España.

Pedir seriedad a Pablo Iglesias sería un imposible. No nació para ser serio. Él sigue en su Juego de Tronos, haciendo el papel de una Targaryen con sus dragones y esperando ansioso el trono de hierro, que es lo único que le importa. Tiene ese problema mayúsculo de la soberbia que lo convierte en un dislate, intentando disfrazar su conquista del poder a toda costa con el velo opaco de un discurso sobre El Pueblo™, La Gente™, los derechos sociales, patatín y patatán, con el fin de que la muchedumbre aclame.

Unos tragan el discurso y otros lo denunciamos, porque salta a la vista que la regeneración política que algunos clamábamos se ha quedado en agua de borrajas, y que el endurecimiento de penas contra los casos de corrupción o la reducción de la Administración para aliviar a la sociedad española de una presión fiscal insoportable se han sustituido por otras prioridades: un proceso constituyente, sin saber muy bien qué mal ha hecho la Constitución de 1978; el control de los medios de comunicación y de la inteligencia nacional, que como todo el mundo sabe, es el modo de evitar el desempleo; y una mayor presión fiscal para pagar los caprichos de Papá Estado. Es decir, que si ya estábamos con el agua al cuello, mejor nos ponemos a cosernos branquias para respirar bajo el agua. Y demos gracias al Amado Líder Supremo de que nos deje una charca en la que revolcarnos.

miércoles, 3 de febrero de 2016

El pandemónium español

Pedro Sánchez tiene la pelota de formar Gobierno sobre su tejado. Y en el intento por acelerar los trámites, Partido Popular y Podemos le piden quince días de penitencia antes de subir al patíbulo. Quince días en los que, es de suponer, los de Iglesias pondrán lo imposible encima de la mesa para que Sánchez sude la gota gorda antes de aceptar y rendir pleitesía a la formación morada.

De todos modos, quien piensa que la negociación se reduce al binomio Sánchez-Iglesias, con el apéndice de Alberto Garzón, está equivocado. En una de las hipótesis, Sánchez no solo necesita el beneplácito de Iglesias para ser Presidente de Gobierno, sino el voto a favor o la abstención de formaciones independentistas como Esquerra y la extinta Convergencia Democrática, con quienes la única negociación posible pasa por aceptar la autodeterminación de Cataluña, lo cual no es tema baladí porque supone la ruptura 'de facto' del orden constitucional actual. ¿Sería Sánchez capaz de convertir al PSOE en un partido capaz de romper los esquemas de la Transición con total de acceder a la poltrona?

Pedro Sánchez tiene un largo y tortuoso camino para ser Presidente de España, teniendo en cuenta que en su propio partido los barones afilan cuchillos y hacen nudos de soga. Podemos, como viene siendo habitual, sigue con su discurso pachanguero mientras mantiene la vista en unas futuras elecciones donde dé el 'sorpasso' al Partido Socialita y se convierta en oposición con opción de Gobierno. Al fin y a la postre, como dijo Íñigo Errejón: "Nuestra tarea es repetir a Lenin".

Ahora bien, siempre queda una opción viable: que Mariano Rajoy, como líder del Partido Popular, se haga el harakiri y se abstenga para favorecer una hipotética alianza entre PSOE y Ciudadanos, evitando la entrada de Podemos en un hipotético Gobierno. Es una de tantas hipótesis, pero beneficiaría un acuerdo con una fuerza constitucionalista como Ciudadanos en detrimento de otro acuerdo con una fuerza rupturista como Podemos. O lo que viene siendo permanecer en Guatemala en lugar de meterse en Guatepeor. Eso, teniendo presente que no sería necesario el chantaje de las formaciones independentistas en los acuerdos de Gobierno. ¿Sería el PP capaz de hacer semejante sacrificio, aun habiendo ganado las elecciones, en beneficio de ese acuerdo para alejar del Gobierno a Podemos y a los partidos independentistas? Dejamos la pregunta en el aire.

Pase lo que pase, el pandemónium está en marcha. Os diríamos que os sentéis con un bol de palomitas para disfrutar del espectáculo si no fuera porque en ello nos va nuestro futuro como sociedad y como Nación.

viernes, 22 de enero de 2016

Nada nuevo bajo el sol


Hace siete meses, Pablo Iglesias aseguró que no sería vicepresidente de Pedro Sánchez. Que nunca iría de la mano del Partido Socialista. Que el PSOE, al igual que el Partido Popular, era un partido corrupto y salpicado por decenas de casos de corrupción. Que si tarjetas black, que si EREs en Andalucía, que si patatín, que si patatán. O imitando las palabras de Tania Sánchez: «No voy a pactar con el PSOE. No. Punto». La retórica habitual en las filas de Podemos.

Siete meses después, tras las elecciones del 20-D, la retórica podemista parece cambiar, del mismo modo que lo hizo en tres ocasiones su programa electoral. Pablo se ofrece como Vicepresidente de un triunvirato liderado por Pedro Sánchez y vigilado por Izquierda Unida. El Gobierno del cambio, dice, donde primero son los sillones y luego las propuestas. Siete meses en los que el PSOE ha pasado, a ojos de Podemos, de ser un partido de la casta a ofrecer la imagen inmaculada del cambio político; de ser un partido neoliberal a ser un amiguete, un compay, un posible socio de Gobierno. Siete meses en los que llovieron chuzos sobre Sánchez y acólitos que ahora parecen importar poco en las filas socialistas, muy falta de memoria reciente.

Dicen que son el cambio. El Gobierno del cambio. Pero, por el momento, visitando la hemeroteca y vislumbrando el sinfín de discordancias y paradojas, en Podemos han demostrado seguir siendo igual que los políticos de antaño, especialmente esos socialistas de la era de Rodríguez Zapatero a los que criticaban por decir una cosa y hacer la contraria. La premisa máxima continúa siendo la dialéctica del grouchomarxismo: «Tengo estos principios, pero si no le gustan tengo otros». Nada nuevo bajo el sol.

miércoles, 20 de enero de 2016

Adiós, casta; hola, neocasta

 
Hasta hace unos días, y durante los dos últimos años, el Partido Socialista era, a ojos de Pablo Iglesias y la Santa Compañía, el partido de la "casta", el envés de la derecha neoliberal que mercantilizaba las condenadas y sufridas almas del populacho tremendón con recortes en derechos sociales. Era el partido de las tarjetas black, del consejo de administración de Bankia, de las puertas giratorias que giran y giran sin cesar, entrando ora Felipe González ora Trinidad Jiménez, de los ERE, del caso Marea, de múltiples corruptelas y siseos de la caja de bienes y caudales, del denostado régimen de 1978 cuyo candado había que abrir hasta que Iglesias "refundó" su partido en la socialdemocracia nórdica y pasó a decirle simplemente "adiós" y "gracias", con un brindis de J&B y un achís con mocos.

Pero todo forma parte de un pasado muy lejano en una galaxia muy remota, porque Pablo Iglesias va amoldando paultinamente su discurso hacia el entendimiento común de "las izquierdas". A Pablo se le da bien adaptar su discurso para su plebe, aunque en realidad no debería molestarse mucho, porque si hoy sale a un estrado y rutia, su público rutiaría al unísono y no dirá nada del descarado intento de acaudalar más parabienes monetarios con su fragmentación en cuatro grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados. Es, como PP y PSOE, otro partido más de la casta, con su propio rebaño que cree en Pablo como figura mesiánica y redentora y lo adulan como a un escapulario.

En cualquier caso, como no sabemos muy bien disfrazar la realidad con eufemismos, preferimos dejarle la tarea a Íñigo Errejón y a sus núcleos irradiadores. En alas del posible fucturo pacto entre PSOE y Podemos para aupar a Pedro Sánche a la Presidencia el Gobierno, me imagino a sus community mánagers borrando tweets en masa y reeducando en centros especiales a sus comentaristas en redes sociales. Plasticidad fenotípica a tutiplén.

Recuerden, ladies and gentleman: PSOE, bien; PP, mal. PSOE ya no es caca; PP, detritus. Salvar al soldado Pedro, hundir al sargento Rajoy. Visça PSOE. Adiós, casta; hola, neocasta.

viernes, 15 de enero de 2016

El birreme socialista en zozobra

 
Es complicado entender a Pedro Sánchez. De repente se viste con la bandera rojigualda en sus mítines y al poco tiempo sacrifica a cuatro senadores vírgenes de su partido para que la atildada cleptocracia de CiU y sus esbirros de Esquerra prostituyan el Senado con su verborrea antiespañola. Un día se levanta constitucionalista y al siguiente se acuesta con anticonstitucionalistas deseosos de romper España. Un día brava que nunca pactará con el populismo de Podemos, mirando con ojos de leguleyo a la cámara, y al siguiente dice que bueno, que qué le vamos a hacer, que habrá que pactar, aunque enfrente suyo tenga a un partido que pone como punto clave la "autodeterminación" de los "pueblos" de España. Perdón, de "Estepaís". Sic, sic y sic.

Nos encanta el mar de contradicciones en el que navega Pedro Sánchez. Un birreme manejado por socialistas que reman según les viene en gana, ora a bavor, ora a estribor, incluso metiendo la marcha atrás, dependiendo de dónde sople el viento, en medio de un mar agrietado por el kráken de Pablo Iglesias y su sempiterno intento de engullir la embarcación socialista. Nos encanta Pedro por eso, porque nos permite cantidad de escritos sobre su piélago de incoherencias y paradojas, cojeando de pies distintos y haciendo malabares verbales dependiendo de si pisa arena movediza o cemento armado.

Lo que no sabemos, mirando incluso por el bien de los remeros, es si un birreme como el socialista puede mantenerse en calma con un capitán tan insólito. Quizás sea tiempo de otro capitán a bordo para no hacer zozobrar al país. No sé si nos explicamos. ¿Algún capitán Ahab con ganas de centrar el PSOE?

sábado, 9 de enero de 2016

Carles I de Cataluña

 
Habemus Papam: Carles Puigdemont. Carles I de Cataluña. El esperpento ha llegado a su etapa final después de que la CUP haya llegado a un acuerdo de investidura con Junts pel Sí, coalición liderada por la extinta Convergéncia. Recuerden: un partido anticapitalista, antisistema y antiburgués sellando pactos con un partido de derechas, capitalista y del más rancio abolengo. Coherencia en su grado máximo.

En su intento por mantener el orgullo, la CUP dijo por activa y por pasiva que no querían un President salpicado por la corrupción. Y va Artur Mas y les mete doblado a Puigdemont, señor burgués con estilo capilar a lo Phil Spector y gran afición por pagar obras de arte a través de la empresa gestora del agua. Todo un ejemplo de honradez política, y eso sin tener en cuenta la verborrea clasista y racista que vierte en Twitter.

Huelga decir que Artur Mas no se va porque no lo echan ni con aceite hirviendo. Si Mas hubiese sido el general Murat, hoy seguiríamos siendo franchutes. Será conseller en cap, que es un buen puesto para vestir santos y figurar en el organigrama del 'procés'. Esperemos, por el bien del 'pople', que en el pacto de investidura se especifique la cuantía de un gran retrato al óleo del otrora President que presida el Parlament en sustitución de la bandera rojigualda.

Por ende, el 'procés', o la farsa independentista, sigue adelante. Era algo sabido, delineado con gran fanfarria por las ingeniosas manos del hidalgo Don Artur en su lucha contra los molinos feixistas. Quizás, incluso, los soberanistas tengan suerte y el golpe de Estado, que es la palabra clave escondida detrás del 'procés', acabe en independencia si en España seguimos sin Gobierno, a imagen y semejanza de la Marcha Verde en el Sáhara. Quién sabe. Solo queda por definir si la República de Cataluña será Popular o Pujolesca y si la pensión de Carmen Forcadell la pagará Cristóbal Montoro o Andorra.

viernes, 8 de enero de 2016

Me lo expliquen, por favor



Últimamente leo, entre asombrada y divertida, a multitudes de todólogos -que hace lustros no pisan una Iglesia y no serían capaz de distinguir el Génesis del Apocalípsis- debatir sobre una costumbre tan nacional y cristiana como es la cabalgata de los Reyes Magos. Queridos amigos progres y multicultis, ésta es la única referencia bíblica a los Reyes Magos:

«Jesús nació en Belén de Judea cuando gobernaba el rey Herodes. Y he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén,preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque al ver su estrella en el oriente, hemos venido para adorarle. Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: "Y tú, Belén, en la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá. Porque de ti saldrá un guiador,que pastoreará a mi pueblo Israel". Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, e indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: "Vayan, y averiguen con diligencia acerca del niño; y cuando lo hallen, háganmelo saber, para que yo también vaya y le adore". Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.»

(Evangelio según San Mateo, 2, 1-12)

El resto, queridos amigos, es tradición popular cristiana. A los que disfrutamos con nuestras tradiciones nos va tocando bastante las pelotas que una panda de resentidos porque una monja o un cura los dió una colleja en el colegio, no nos dejen disfrutar de nuestras fiestas. Si no crees, no lo celebres, pero vive y deja vivir. Se llama libertad de culto, y aunque os pese, en este bendito país, los cristianos somos mayoría. Silenciosa, pero mayoría. Así que meteos a vuestras reinonas vestidas de mantel de Ikea por el orto y dejadnos nuestros Belenes, nuestras cabalgatas y nuestros pastores de ocas en paz. Y marchad a celebrar el solsticio de invierno donde os plazca, y que a vuestros críos los traiga los regalos el osito Misha, que sinceramente, me la trae floja.

Pero sobre todo, dejad de dar la plasta en las redes sociales, que sois una panda de cuñaos insoportables sentando cátedra sobre un Evangelio que ni habéis leído ni vais a leer. Y si vais a seguir pegando la chapa con las tradiciones cristianas, por favor, empezad con un "soy un progre resentido corroído por la envidia, os quiero joder y no sé cómo" y así por lo menos podemos elegir no tragarnos las palizas que nos dais, brasas, que sois unos brasas.

miércoles, 6 de enero de 2016

Carta de Artur Mas a SS.MM. los Reyes Magos


Queridos Reyes Magos:

Este año me he portado muy bien. Dividí mi CiU en dos para darle una parte del juguete a Duran i Lleida y convoqué elecciones en mi aula. Y aunque alguna vez sisé de la caja de caudales de papá para quitarle los caramelos, los chicos me han vuelto a votar porque soy un niño bueno y porque prometí independizarles del Claustro de Profesores, que son un nido de víboras fascistas y opresoras.

Este año sólo os pido un sable láser para matar a mis enemigos de la CUP porque no han querido elegirme delegado de la clase. Bueno, y también que vuelva a ser elegido como delegado si tengo que volver a convocar elecciones. Ah, ya de paso, ¿podréis traerme un procés nuevo? Y si no es mucho pedir, ¿podríais quitarme de encima a estos cuatro botiflers que no paran de mirarme mientras os escribo? 

Fdo:
Artur Mas