martes, 16 de febrero de 2016

El programa-unicornio de Podemos


Qué tiempos aquéllos, cuando el 15-M pedía un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Qué tiempos aquéllos, cuando los manifestantes del 15-M, entre tiendas de campaña y carteles improvisados, pedían el control de una Vicepresidencia y del Centro Nacional de Inteligencia. Qué tiempos aquéllos cuando los acampados en Sol rogaban el control de RTVE. Qué tiempos aquéllos cuando, ahogados con un incremento de impuestos, los manifestantes del 15-M pedían un incremento mayor de impuestos.

Oigo las consignas en mi cabeza. No había carteles contra los recortes en Sanidad o Educación, solo contra el CNI y RTVE. La urgencia en España era que ambos organismos quedaran bajo el control de nuevos políticos. Evidentemente, los otros, la casta, no representaban a nadie. Bueno, los peperos a diez millones de personas y los socialistas a seis, pero eran dieciseis millones de neoliberales, y La Gente™ clamaba contra su infrarepresentación en el sistema.

¿De verdad no lo recuerdan? ¿Acaso creían que la urgencia en España eran los desahucios o la cola del paro? Si Pablo Iglesias pide una Vicepresidencia, el CNI y RTVE es evidente que no, que Sanidad y Educación jugaban un papel secundario, que solo eran un medio manipulable para conseguir un propósito, el poder. Que el punto clave es la plurinacionalidad y el referéndum en Cataluña, seguido, dicen, de un incremento de impuestos a los ricos, mientras los hunos aplauden con las orejas sin saber que existe la libre circulación de capitales y que la subida de impuestos recaerá, una vez idas esas fortunas, sobre el grueso de la población. Como siempre.

En un crecimiento exponencial y tridimensional de la sombra de Cristóbal Montoro, Pablo habla de gastar 96.000 millones de euros en cuatro años y que el gasto se mantenga en el 43,3% del PIB cuando el aumento de la riqueza rondaría los 100.000 millones de euros en la próxima legislatura. Habla de sobredimensionar una Administración hipertrofiada hasta el tuétano en vez de reducirla. Sigue con la matraca de justificar el incremento del gasto con una lucha contra el fraude que a su vez requiere más gasto, con el incremento fiscal a unas fortunas que tienen mayor capacidad para hacer las maletas y dar un corte de mangas al Querido Líder. En definitiva, sigue con sus unicornios, sus arcoiris y sus quimeras a solo quince días de un proceso de investidura donde se juega el futuro de España.

Pedir seriedad a Pablo Iglesias sería un imposible. No nació para ser serio. Él sigue en su Juego de Tronos, haciendo el papel de una Targaryen con sus dragones y esperando ansioso el trono de hierro, que es lo único que le importa. Tiene ese problema mayúsculo de la soberbia que lo convierte en un dislate, intentando disfrazar su conquista del poder a toda costa con el velo opaco de un discurso sobre El Pueblo™, La Gente™, los derechos sociales, patatín y patatán, con el fin de que la muchedumbre aclame.

Unos tragan el discurso y otros lo denunciamos, porque salta a la vista que la regeneración política que algunos clamábamos se ha quedado en agua de borrajas, y que el endurecimiento de penas contra los casos de corrupción o la reducción de la Administración para aliviar a la sociedad española de una presión fiscal insoportable se han sustituido por otras prioridades: un proceso constituyente, sin saber muy bien qué mal ha hecho la Constitución de 1978; el control de los medios de comunicación y de la inteligencia nacional, que como todo el mundo sabe, es el modo de evitar el desempleo; y una mayor presión fiscal para pagar los caprichos de Papá Estado. Es decir, que si ya estábamos con el agua al cuello, mejor nos ponemos a cosernos branquias para respirar bajo el agua. Y demos gracias al Amado Líder Supremo de que nos deje una charca en la que revolcarnos.

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