jueves, 7 de abril de 2016

El día de la marmota

La política española se ha convertido en un pandemónium digno del libro Guinness. Cien días después del 20-D, las posiciones de cada partido político han cambiado poco, salvando el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, que más bien parece una delgada cuerda de nailon a punto de resquebrajarse. Y es que la política española sigue enquistada en la trinchera defensiva, en una especie de línea Maginot de la que nadie quiere salir a otear el horizonte, a mirar por el futuro de la sociedad española dejando de lado el habitual revanchismo político. Parece que aun no han entendido una de las declaraciones principales de los españoles que fueron a las urnas el 20-D: la necesidad de llegar a acuerdos entre las distintas formaciones del arco parlamentario, sin enquistarse en el discurso de precampaña, una vez rota la mayoría absoluta del Partido Popular.

El problema surge cuando el político español, independientemente de su color, está en una campaña electoral permanente. Rajoy sigue en sus trece de dejar que PSOE, Podemos y Ciudadanos se den de cuchilladas en el vientre; Sánchez sigue en sus trece de aislar a un Partido Popular necesario en cualquier acuerdo por tener mayoría en el Senado; y Podemos y Ciudadanos siguen en la tesitura de marcar distancias asemejando un nuevo bipartidismo idéntico al bipartidismo que criticaban antes del 20-D. Los unos, a pesar de perder millones de votos, y marcando alegría y salero con la petaca en el ligero, quieren ser Presidentes; los otros, la voz del «pueblo» oprimido que sufría hambre, recortes y miserias, ya no tienen la urgencia de realizar reformas y se piden Vicepresidencias y organismos de control radiofónico y de Inteligencia, pasando olímpicamente de Educación y Sanidad.

Todos siguen en sus trece, en unas trincheras ideológicas desde las que los líderes políticos no son capaces de alcanzar unos acuerdos básicos para el futuro de nuestro país, en una permanente campaña electoral donde la rueda de prensa, el postureo, las apariciones en televisión y los tuits resultan más importantes que los pactos políticos. Cien días después, y salvando el pacto entre PSOE y Ciudadanos que también se enmarca en un claro postureo mediático, los mensajes de Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera siguen enquistados en el mismo punto de salida, mientras los españoles parecemos clones de Bill Murray encerrados en Punxsutawney en 'El día de la marmota'. 

La cuestión, al final, será saber cuánto tiempo más seguiremos inmersos en ese 'día de la marmota' con la parsimonia habitual del españolito de a pie, sin necesidad de rodear el Congreso de los Diputados y mandarlos a todos a freir espárragos de una vez. Porque si un político no es capaz de alcanzar unos acuerdos mínimos para la sostenibilidad de un país, lo mejor que puede hacer es irse a su casa y dejar de j*der la marrana. Algo sobre lo que deberían reflexionar los líderes de todos los partidos del arco parlamentario.

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