jueves, 21 de julio de 2016

Pueblo de bueyes


Se inaugura la Legislatura y queda abierta la veda para ver quién dice la mayor sandez en la sesión de investidura. La más gorda -la sandez, digo- se la lleva Carolina Bescansa, la pijilla millonaria renacida en hippie salvapatrias y perdonavidas, que durante la jura de la Constitución se pone a recitar a Miguel Hernández. Y no precisamente uno de sus mejores poemas. "¿Promete acatar la Constitución?", le preguntan, y ella responde: "Porque no soy un pueblo de bueyes", usando la tribuna como si fuera un concurso de poesía. Pero vamos a ver, so desgraciada, ¿qué te han hecho a ti los bueyes?

Y es que Podemos sigue convirtiendo el Congreso en un patio de colegio con sus trivialidades, como en la jura de la Constitución, un acto que debería ser solemne y que ellos, los eruditos, doctorados e inteligentes, pisotean y humillan como la camorra facciosa que son y convierten en una verbena de pueblo. "Juramos acatarla hasta cambiarla", dice alguno. ¿Hasta cambiarla por que, alma cándida? ¿Por una Constitución Bolivariana?

Pero lo más relevante sigue siendo esa coletilla que usa Pablo Iglesias, el doctor en Ciencias Políticas, al final de su jura: "Nunca más un país sin su gente". Y es que huelga recordaros que España, hasta la mesiánica llegada de Pablo, que bajó en bicicleta de los cielos envuelto en un aura, de un modo similar al espíritu de Chávez en forma de pájaro del Orinoco, era un erial baldío e inerte donde nosotros, los cerdos faciosos, nos revolcábamos inmersos en un fango de miseria. No éramos nadie hasta que lógicamente llegó nuestro Mesías con el dinero contante y sonante de CEPS y formó Podemos y nos perdonó la vida. De hecho, están estudiando si reescribir el Génesis y poner: "Al principio Pablo Iglesias creó el cielo y la tierra".
 
"Heme aquí, Pueblo", dijo Pablo un día, abriendo los brazos en cruz, y hete aquí que ahora lo tenemos hasta en la sopa, representando al Pueblo. A la Mayoría Social. A La Gente (trademark). "Ahora el Pueblo tiene 71 escaños". Los demás diputados representan a los urbanitas de la ciudad o a peligrosos entes voladores que van y vienen levitando sus penas por las aceras, siempre y cuando, eso sí, los representantes de La Gente nos concedan derecho de tránsito después de machacar una Constitución de consenso y reconciliación nacional. Debe ser lo que Juan Carlos Monedero llamaba el proceso constituyente, que no es si no el paso para transformar el orden constitucional actual de nuestro Estado de Derecho en una República de soviets y para renombrar el CNI de Soraya en un NKVD regentado por los matones de Distrito 14. Normal que no juren lealtad a la Constitución Española y monten esos circos de baja estofa.

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