martes, 10 de marzo de 2015

Magentas, morados y naranjitos

La estrategia de comunicación del Partido Popular es nefasta. Caótica. Estrambótica. Apocalíptica. Parece realizada por el peor enemigo. ¿Qué digo por el peor? Por un dirigente de Podemos. De las pantallas de plasma en las que se escuda Mariano Rajoy para evitar las preguntas de la prensa, algo sobradamente natural en una Democracia, al nombramiento de Rafael Hernando como portavoz del partido en el Congreso de los Diputados, hay un trecho largo. Entre ambos momentos históricos distan numerosos dislates comunicativos. Suponemos que el rollo näif buenista de Pedro Arriola esté detrás. Gran estratega este Arriola.

Rafael Hernando tiene un trasfondo intelectual notable. Lo digo de forma irónica. Suele actuar con un discurso despectivo y tirando la pelota en tejado ajeno. Fue condenado a pagar 20.000 euros a UPyD por vulneración del honor, después de acusar al partido de Rosa Díez de haberse financiado ilegalmente. Lo hizo por tirar pelotas en tejado ajeno, lógicamente, porque el suyo, el de su partido, el de Génova 13, está semiderruído. Un coloso en llamas donde Mariano Rajoy sigue en su despacho, llamando por el telefonillo a Soraya Sáenz de Santamaría, para ordenar: "Pon la calefacción, que tengo frío".

Rafael, al igual que muchos humanos, no aprenden de sus meteduras de pata. Numerosas, como buen portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados. Entre llamar "pijo ácrata" al juez Santiago Pedraz y "villano" a Javier Bardem, las declaraciones de Hernando se suceden con palabrería siempre sujeta a una verborrea chulesca, sin medir las consecuencias que pueden tener tanto para su cargo como para la reputación de su partido.

Hace unos días, en un alarde de conocer la paleta de colores mejor que Francisco Goya, definió en un desayuno en Fórum Europa, a los diferentes partidos políticos por sus colores. Los magenta, los morados, mientras rigorizaba el mensaje con un rictus bucal algo exagerado. Y por no quedarse corto, recordó con emotividad a la mascota del Mundial de 1982, nuestro aclamado Naranjito, para calificar a Ciudadanos, el partido liderado por Albert Rivera, en un intento funesto por banalizar su mensaje político y acercarlo al de Podemos. Horas después, el hashtag #YoSoyNaranjito era trending topic y la página de Ciudadanos en Facebook conseguía más de 40.000 nuevos seguidores.

Quizás sean detalles nimios con escasa representatividad en la vida política. Quizás sean titulares de un día que se esfuman en el sinfín de una hemeroteca digital. Pero como portavoz del PP, Hernando debería ser comedido, pausado y consecuente con sus palabras, que tienen que estar bien elegidas tanto para la crítica interna cuando sea menester como para la crítica a otras personas, partidos e instituciones. No puede ir por los platós de televisión y por desayunos informativos con su habitual porte y derrochando esa agresividad verbal, carne de titulares que minan la credibilidad del PP y dan alas a partidos como Podemos y Ciudadanos. Por eso, porque es algo tan banal que hasta un crío se daría cuenta, me pregunto si la estrategia comunicativa del PP la hace un caballo de Troya interno o son conscientes del daño que las declaraciones de Hernando generan en el partido. Y lo dice uno al que el porvenir del Partido Popular le importa un higo.

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