domingo, 8 de febrero de 2015

La desorientación de Fernández Villa


José Ángel Fernández Villa, secretario general de SOMA-UGT durante más de tres décadas, dice sufrir «desorientación y confusión» para no acudir a la Junta del Principado y explicar una fortuna que asciende a 1,4 millones de euros. Para los menos ilustrados en la materia, Villa ha sido uno de los ejes pivotantes de la política regional asturiana. Como secretario del Sindicato de la Minería, presumía de poner y quitar presidentes, lo cual era muy meritorio. Líder carismático y mediático, presumía también de encerrarse en pozos para boicotear los planes de reindustrialización de Hunosa o salía hablando con picoletos en manifestaciones donde se cortaba la A-66 quemando neumáticos y utilizando técnicas de la kale borroka para conseguir sus fines políticos.

Porque, al fin y a la postre, una vez conocido el patrimonio oculto de 1,4 millones de euros que afloró con la ley de amnistía fiscal del Partido Popular -contradicciones ideológicas-, uno entiende que los fines perseguidos por Fernández Villa no eran sociales. No era alcanzar el paraíso socialista ni el cénit de la igualdad social. Tampoco que sus camaradas, que dejaban salud y vida en la mina, sufriendo silicosis y problemas respiratorios en su vejez, tuvieran una vida mejor. Prefería codearse en mítines de Rodiezmo, rodeado de altos cargos socialistas que le tenían por un meritorio sindicalista y un ejemplo del socialismo español, ese que es capaz de sumar 1,4 millones de euros desempeñando trabajos de diputado por el PSOE y de consejero de Hunosa.
34 años después, la familia de Villa alude «desorientación y confusión» para no declarar ante la Junta del Principado el origen del dinero. Sin embargo, desorientación y confusión es lo que sufren los asturianos cuando ven que los fondos mineros destinados a la reindustrialización de Asturias, claves para modernizar las cuencas mineras en particular y Asturias en general, tan necesitadas de infraestructuras y de tejido industrial, iban a manos de gente como Villa para mantener su estátus de sheriff pancartero y su postureo mediático de aldeano bonachón incapaz de romper un plato. Defensores del proletariado estafando al obrero, sindicalistas mintiendo a los que dejaban su vida y su salud en la mina, embustes sobre el socialismo en Rodiezmo, con puño en alto, cantando La Internacional, mientras acaudalaba 1,4 millones de euros, se compraba un ático en la zona chic de Oviedo y vivía como un marqués.
Y mientras tanto, miles de millones de euros desde los tiempos de José María Aznar perdidos, mal invertidos o quemados, y una región prostituida entre empresarios, políticos y sindicalistas que repartieron un pastel y sufrieron un empacho que dejó a Asturias mermada y diezmada para decenas o incluso siglos. 34 años de reinado villesco, reinado torticero y totalitario, que coinciden con la decadencia social y económica de Asturias, que urgía de un plan de reindustrialización en las Cuencas Mineras para no depender de una minería con cierre asegurado. Y mientras se evitaba el cierre de la minería inyectando dinero a fondo perdido, la reindustrialización de Asturias seguía sin dar señales de vida. Casi 4.500 millones de euros destinado a sustituir el carbón por otras actividades productivas fueron repartidos a mansalva, sin control gubernamental, con la conivencia de Francisco Álvarez Cascos, para hacer museos absurdos, polideportivos en aldeas donde la media de edad supera los sesenta años, crear edificios tecnológicos que nunca se inauguraron, subvencionar la tonada asturiana, hacer cursos de formación de bailes regionales, restaurar hórreos y un largo etcétera. Actividades inproductivas donde el político, el empresario y el sindicalista del concejo de turno se llevaba su mordida.
Entre polideportivos, museos y tonadas, los 4.500 millones de euros del Plan del Carbón fueron disminuyendo. Sin que Asturias conociese unas infraestructuras cercanas a las de Cataluña o País Vasco. Sin que Asturias conociese la reindustrialización. Sin que Asturias tuviese AVE. Sin una miserable Autovía costera, cuya obra finalizó con décadas de retraso hace apenas un mes. Sin que Asturias tuviese una comunicación decente con la meseta ni ferroviaria ni por carretera, con un peaje en el Huerna que sangra el bolsillo. Sin que Asturias sea capaz de desarrollar una actividad empresarial en términos de pymes por la elevada carga impositiva del Gobierno del Principado. Y suma y sigue.

En aquellos años, Fernández Villa decía, categórico, sin pestañear, mirando desafiante a la cámara: «Antes de cerrar un pozo, tendrán que pasar por encima de mi cadáver». 34 años después, en pleno siglo XXI, el cadáver es Asturias. Gracias a personajes pútridos como Fernández Villa, a quien Dios parece ahora castigar el mal que ha hecho a los asturianos con desorientación y confusión.

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