miércoles, 21 de enero de 2015

Veinte años sin Gregorio Ordóñez


El 23 de enero se cumplen veinte años del asesinato a Gregorio Ordóñez, concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de San Sebastián. Es una fecha fijada en la mente de muchos, igual que el 19 de junio o el 13 de julio. Aquel día, en un resturante junto a compañeros del Ayuntamiento como María San Gil, Ordóñez fue asesinado a sangre fría, por la nuca, como hacen los cobardes. Un asesinato como el de otros tantos dirigentes políticos, populares y socialistas, que llenaron de sangre un País Vasco durante más de tres décadas, pero que convirtió a un hombre honrado y trabajador en un símbolo de lo que era el Partido Popular. Antes hubo otros héroes, y luego se sumaron más a la larga lista de asesinatos que dejaron Euskadi lleno de huérfanos, de vidas segadas, de sangre derramada. Los héroes de la Patria Vasca. Los socialistas soñadores de una Patria que en realidad son el último reducto europeo del fascismo más cruel, vil, deleznable y sanguinario. Hijos de puta, ratas de cloaca, siempre con el silencio cómplice del nacionalismo vasco burgués que aplaudía con las orejas el derramamiento de sangre maketa. Hijos de puta por partida doble.

Aquel Partido Popular era símbolo de Libertad, de Democracia, de juventud, de una lucha inimaginable en tiempos modernos por aplastar los últimos reductos del nacionalismo rancio con la palabra. El valor y el coraje de dirigentes y simpatizantes que se adentraban en la boca del lobo arriesgando sus vidas y las de sus familias para luchar por los valores de la Transición, por una reconciliación nacional diametralmente opuesta al búnker fascista de los terroristas que bañaron con plomo y sangre las calles de España, antes y después del franquismo. Gregorio Ordóñez, María San Gil, Miguel Ángel Blanco, José Javier Múgica, Ortega Lara y decenas de personas víctimas de la represión etarra y del silencio cómplice reinante en Euskadi en años difíciles.

Hoy, veinte años después, el Partido Popular de Gregorio Ordóñez no existe. A diferencia de ETA, que sigue existiendo como organización a pesar de no entregar las armas o de firmar paripés, decía, el Partido Popular se ha autodisuelto. Lo disolvió Mariano Rajoy cuando fue aupado a la cumbre del PP por José María Aznar, mordiendo la mano que le dio de comer. El Partido Popular del 2015 no entiende los valores de la lucha democrática, del imperio de la razón y de las libertades sobre el terrorismo, excarcelando con su buenismo a Santi Potros, autor del atentado de Hipercor, o a Josu Bolinaga, quien mantuvo secuestrado a Ortega Lara durante 532 días en un zulo húmedo donde apenas cabía un camastro. No entiende de reciprocidad y sepulta en un tumba con cal viva la lucha de dirigentes y militantes a quienes no les tembló el pulso enfrentándose en Ayuntamientos a grupos como Herri Batasuna, que no solo no condenaban el terrorismo sino que se regodeaban con el sufrimiento de sus familiares.

Parece que pasó un siglo desde que ETA dejó de matar. Pero solo han pasado cinco años de su último asesinato. Solo han pasado dieciocho años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Solo han pasado veinte años desde que un valiente cobarde matase a Gregorio Ordóñez de un tiro en la nuca. Y mientras la tumba de Ordóñez es profanada por defender la Democracia y la Libertad en el País Vasco, valores que los defensores de la independentzia eta sozialismoa, osea del fascismo, parecen aborrecer, los asesinos disfrutan de la libertad que privaron a sus víctimas. Gracias, Mariano, por honrar así, con esa contundencia, con esa política de buenismo y rollo hippie, con ese mirar a otro lado, con ese "parece que llueve mucho", con esa cobardía, con esa traición a los valores democráticos, la memoria de los militantes del Partido Popular que lucharon y dieron su vida por la Libertad en Euskadi.

1 comentario:

  1. El Partido Popular del 2015 no entiende los valores de la lucha democrática, del imperio de la razón y de las libertades sobre el terrorismo, excarcelando con su buenismo a Santi Potros, autor del atentado de Hipercor, o a Josu Bolinaga, quien mantuvo secuestrado a Ortega Lara durante 532 días en un zulo húmedo donde apenas cabía un camastro.
    La gran tragedia es precisamente esa. Parece mentira que hayan renunciado de esta forma a sus principios. Ya se sabe: "mis principios son éstos, si no les gustan tengo otros".

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