domingo, 19 de octubre de 2014

Rosacracia

Amanece con la noticia de la destitución de Sosa Wagner como europarlamentario de UPyD. Destitución disfrazada de sustitución, como si los prefijos cambiaran los conceptos. Sin embargo, lo que no es sujeto de cambio es la hemeroteca, en la que podemos reproducir fielmente un trazado lineal entre las primeras declaraciones de Wagner denunciando prácticas autoritarias en el seno de UPyD -en  el interior del partido, no en una teta, aclaro- y la decisión de sustituirlo en el Parlamento europeo por Maite Pagazaurtundúa a instancias de Rosa Diez y de una cosa llamada Consejo de Dirección.

Entre ambos puntos, equidistantes en el tiempo por tan solo mes y medio, habitan titulares y declaraciones que pusieron UPyD boca arriba, vomitando la esencia errante que viste y tiñe a Rosa Díez. Salieron sus acólitos Carlos Martínez Gorriarán e Irene Lozano a darle patadas a Wagner. El uno en la espinilla y el otro en la cartera. Y también Rosa diciendo que de prácticas autoritarias nanai. Que a lo sumo desmembraban a los díscolos en los sótanos secretos del Partido después de someterlos a torturas inimaginables heredadas del Santo Oficio. Y todo porque Wagner llamaba a estudiar una posible alianza entre UPyD y Ciudadanos, partido encabezado por Albert Rivera en Cataluña.

Y es que hace unos meses, con una presencia ampliada al conjunto de España, Ciudadanos consiguió una avance importante en las últimas elecciones europeas. Aparte de la sorpresa de Podemos, que comió terreno a la izquierda tradicional de Izquierda Unida e hizo tambalear el bipartidismo reinante desde hace más de tres décadas, Ciudadanos se impuso como una alternativa paralela a la de UPyD en el terreno del centro-izquierda, con medio millón de votos y dos eurodiputados. Un resultado similar al alcanzado por UPyD en las elecciones al Parlamento europeo de 2009.


Sin embargo, y a pesar de que ambos partidos comparten una ideología de centro-izquierda basada en el socioliberalismo, el constitucionalismo y el antinacionalismo, Rosa Díez no está por la labor de seguir los consejos de Wagner y llegar a un pacto con C's. Es más, Díez ya rechazó en varias ocasiones la misma petición expresada por el propio Rivera. Y es que Rosa no parece querer compartir con Rivera, no sé si por empecinamiento personal o por alguna fobia particular, un triunfo que serviría para traer a España un poco de cordura en un mar envalentonado por dos opciones políticas extremas: el bipartidismo inmovilista -con un PP que no se sabe si viene o si va y un PSOE dando palos de ciego- y el populismo rupturista encabezado por Podemos. No entiende que los votantes de ambos partidos se circunscriben en un centro-izquierda que guarda una ideología semejante y unos valores casi idénticos, y que buscan una opción política de peso en el panorama español para competir con dos vías antagónicas que le hacen pinza y a quien ningunean.

Rosa, a quien uno puede conocer en base a sus declaraciones en los medios, parece creer que UPyD se vale por sí misma para encauzar ese voto. Y que con la futura caída del Partido Popular y el escaso interés que suscita la renovación del PSOE, ella va a recoger la fruta madura del árbol sin hacer apenas esfuerzo, subiendo como la espuma en un Congreso atomizado. Es menester decir a Rosa que se equivoca de pleno, y que debería aplicar su propio eslógan en las anteriores elecciones al pie de la letra. La unión hace la fuerza. Y más aun en el momento en el que vive España, donde la presión mediática ha convertido el bipartidismo tradicional en un sistema tripartidista ampliado a Podemos, donde se ahoga la opinión de un centro moderado y reformista mientras los micrófonos dan pábulo al rupturismo de Pablo Iglesias, al inmovilismo del PP y al reformismo yé-yé del PSOE de Pedro Sánchez, y donde parece que no existen alternativas si no es tomando el cielo por asalto o escondiéndose detrás de televisores de plasma.

UPyD podría representar ese papel de liderazgo en la llamada tercera vía, como gustan llamar en los medios de comunicación. Pero de igual modo que la izquierda se aglomera sobre una nueva formación política como Podemos en un intento por recrear un Frente Popular, el centro debe aunar fuerzas y sumar apoyos con otras formaciones. Teniendo en cuenta la ley electoral actual, la división del electorado que abandona el bipartidismo tradicional y quiere una vía reformista y moderada para modernizar España encontrará una infrarepresentación en el Congreso de los Diputados. Y todo por la terquedad de Rosa Díez y su no rotundo a una alianza con Ciudadanos, un partido hermanado en Europa dentro de los Liberales Europeos.

Pero parece que lo que es bueno para Europa no lo es para España. Que Ciudadanos puede hacer sombra a Rosa Díez. Y que cualquier díscolo que hable de sumar fuerzas, de hacer realidad su propio eslógan, es un hereje. Como Sosa Wagner, sustituido, destituido o defenestrado, aireando las verdaderas miserias de una coalición que no responde a un ideal colectivo sino al personalismo de Rosa. La democracia según Rosa. La Rosacracia, donde no caben alianzas con otros partidos del mismo espectro ideológico, donde el autoritarismo de Rosa llevará a la formación magenta a ser un grupo residual en el próximo Congreso por no tener visión de futuro, donde la sociedad que quiere transformar España siguiendo un espíritu renovado de la Transición se encontrará huérfana e infrarrepresentada por el auge del populismo y a pesar del descrédito del bipartidismo.a upy/raul-vilas/disidente-73762/

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